San Miguel de Allende, joya patrimonial del Bajío y epicentro turístico nacional, enfrenta un presente climático desafiante que amenaza no sólo su ecosistema, sino la seguridad de sus comunidades, su infraestructura y su futuro.
A más de una década del primer Atlas de Riesgos Municipal (2013) y con la reciente publicación del Atlas actualizado 2023, el panorama de vulnerabilidad ambiental ha cambiado drásticamente. A esto se suman las lluvias atípicas de 2025, que han puesto a prueba la capacidad institucional del municipio y han expuesto con crudeza los pendientes en materia de adaptación y resiliencia.
En 2013, el Atlas Municipal diagnosticaba a San Miguel con tres amenazas principales:
– Inundaciones fluviales por el desbordamiento del Río Laja y sus afluentes,
– Olas de calor con potencial de superar los 40 °C,
– Sequías prolongadas en comunidades rurales con degradación del suelo.
El 16.5 % del municipio ya se consideraba vulnerable a inundaciones, y se advertía que los escenarios de emisiones altas podrían elevar drásticamente la temperatura media anual.
Una década después, el Atlas 2023 refuerza estas alertas y las amplía: incorpora fenómenos nuevos como granizadas, tormentas eléctricas, deslizamientos y ciclones regionales, y actualiza cartografía detallada sobre zonas de peligro, infraestructura expuesta y vulnerabilidad estructural en viviendas, escuelas, hospitales y caminos rurales.
2025: el año en que el agua rebasó los bordes
Las lluvias registradas en 2025 han sido particularmente intensas:
En lo que va de este mes se ha acumulado 96.9 mm de precipitación, comparados con apenas 11.5 mm en 2024.
Entre el 19 y el 22 de junio, lluvias intermitentes provocaron inundaciones severas en al menos cuatro comunidades: Los Tovares, Puerto de Sosa, San Damián y El Carmen.
Se reportaron también derrumbes en caminos rurales, colapsos de drenaje en la zona centro y obstrucciones en accesos clave al municipio.
Las imágenes de calles anegadas, vehículos flotando y viviendas afectadas en colonias periféricas como San Luis Rey o El Obraje, dejaron al descubierto un sistema de desagüe insuficiente y una infraestructura urbana aún frágil frente a eventos extremos.
Comunidades y caminos: puntos de vulnerabilidad
El Atlas 2023 identifica claramente:
– 21 puntos críticos de riesgo hidrometeorológico, concentrados en comunidades rurales y zonas de transición urbano-rural.
– Caminos afectados recurrentemente por escurrimientos y deslizamientos, como los que conectan con La Cieneguita, Cruz del Palmar, El Huizachal y Doña Juana.
– Accesos municipales con historial de anegamientos, particularmente en las entradas norte y oriente, zonas de alto flujo turístico y comercial.
Estas condiciones no sólo aíslan temporalmente a comunidades rurales, sino que ponen en riesgo la movilidad de servicios de emergencia y complican la evacuación en caso de desastre.
Si bien esto resulta alarmante, cabe mencionar que ya se han puesto manos a la obra y existen acciones de prevención y contención en los 3 niveles de gobierno, los cuales incluyen:
Municipal:
– Actualización del Plan de Ordenamiento Territorial (2016) con enfoque de riesgo.
– Integración del municipio a ADAPTUR, para implementar infraestructura verde y drenaje urbano sostenible.
– Activación del Programa Especial de Prevención (2024-2025) con limpieza y mantenimiento en 19 puntos vulnerables.
– Fortalecimiento del Consejo Municipal de Protección Civil, con seguimiento al Atlas 2023.
Estatal:
– A través de COCLIMA, Guanajuato implementó desde 2022 un impuesto al carbono, cuyos recursos se canalizan a proyectos de resiliencia y mitigación.
– Apoyo técnico en elaboración de atlas municipales, modelado hidrológico y mapas de amenaza geológica.
Federal:
– El municipio se alinea con las directrices de la Ley General de Cambio Climático y los programas del INECC para Atlas municipales y fondos de adaptación.
– Puede acceder al Fondo de Cambio Climático para infraestructura verde, educación climática y sistemas de alerta temprana.
A pesar de los avances institucionales, el caso de las lluvias de 2025 revela que:
– No existe un sistema de alerta temprana robusto a nivel comunitario y no existen rutas alternas de comunicación o manuales de crisis para gestionar con las autoridades en caso de un siniestro como resultado de un fenómeno natural.
– Los caminos rurales e incluso importantes tramos de las carreteras que conectan a San Miguel con otros municipios siguen siendo altamente vulnerables a deslaves.
– Hay poca articulación entre el ordenamiento territorial y la realidad climática, especialmente en zonas de expansión urbana.
– La participación ciudadana en prevención aún es limitada y se concentra en zonas urbanas.
A estas alturas algo queda claro: ya no podemos postergar el futuro
San Miguel de Allende vive hoy los efectos del cambio climático en tiempo real. Las lluvias que inundaron calles, cortaron caminos y afectaron a cientos de familias no fueron un accidente, sino parte de una nueva normalidad climática que exige respuestas más ágiles, planificadas y sostenidas.
Con el Atlas 2023 como herramienta técnica y con el respaldo de políticas estatales y federales, el municipio tiene hoy la posibilidad de replantear su modelo de desarrollo para que el crecimiento turístico no comprometa la seguridad ambiental ni la vida de quienes habitan las zonas más alejadas del centro histórico.
La belleza de San Miguel necesita no sólo admirarse: necesita protegerse. Y esa tarea empieza por el agua, por sus cauces, sus caminos y por cada comunidad que hoy, más que nunca, espera soluciones reales frente a un clima que ya cambió; necesitamos ayuda de los 3 niveles de gobierno en materia de prevención y de respuesta inmediata, pero también es tarea de las y los sanmiguelenses tomar acción para prevenir que los fenómenos meteorológicos nos afecten cada vez más.
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